Los factores silenciosos que afectan tu fertilidad y que nadie te está explicando

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Los factores silenciosos que afectan tu fertilidad y que nadie te está explicando.

Cada semana escucho la misma frase en consulta: “Me han dicho que está todo bien… pero no me quedo embarazada.” Es una frase que duele, que confunde, y que deja a muchas mujeres y parejas atrapadas entre la esperanza y la frustración. Y cuando estudiamos realmente lo que hay debajo, descubrimos algo muy distinto: no es que esté “todo bien”, es que las pruebas que te han hecho no miran donde ocurre la fertilidad real.

La infertilidad moderna está profundamente influida por factores silenciosos que no aparecen en una analítica básica, ni en una ecografía rutinaria, ni en un seminograma convencional. Son factores que suceden por dentro, en la inflamación que no duele, en la ovulación que parece correcta pero no lo es, en el esperma que parece normal aunque no funciona bien, en la microbiota que nadie estudia, en el estrés que altera hormonas sin que tú lo notes, en el sueño que afecta a tu reproducción sin mostrarse en ninguna prueba.

Uno de los más importantes es la inflamación crónica de bajo grado. Es una inflamación que no se siente como tal y que sin embargo condiciona cada paso del proceso reproductivo. Afecta a la ovulación, al endometrio, a la implantación, a la fase lútea y al esperma. Muchas mujeres llegan a consulta con digestiones pesadas, hinchazón, molestias intestinales, infecciones vaginales repetidas o migrañas, y nunca nadie les ha dicho que eso está directamente conectado con su fertilidad.

Otro factor silencioso es la ovulación disfuncional. Tener la regla no significa ovular bien. Tener ciclos regulares tampoco garantiza un óvulo de calidad. La ovulación puede estar ocurriendo, sí, pero sin la fuerza necesaria, sin el equilibrio hormonal adecuado, sin un cuerpo lúteo capaz de producir la progesterona que sostendrá un embarazo. Muchas mujeres viven con sangrado marrón antes de la regla, con ciclos que se acortan, con fases lúteas débiles… y creen que es normal porque nadie se lo explicó.

También está la parte masculina, que sigue siendo la gran olvidada. El seminograma básico solo muestra una fotografía superficial: concentración, movilidad y morfología. Pero lo que importa de verdad —la integridad del ADN, el estrés oxidativo, la capacidad epigenética del esperma— no se ve ahí. He acompañado a parejas que pasaron años pensando que “ella tenía el problema” porque el seminograma de él era “normal”. Hasta que estudiamos el ADN espermático… y allí estaba la causa.

 

A todo esto se suma el estilo de vida moderno: tóxicos ambientales, cosmética cargada de disruptores endocrinos, plásticos, pesticidas, estrés laboral continuo, pantallas hasta la noche, ritmos circadianos desajustados, falta de descanso profundo. Nada de esto aparece en tus pruebas, pero todo esto aparece en tus hormonas.

Por eso tantas personas viven el diagnóstico de “infertilidad inexplicada”. Pero la verdad es esta: la mayoría de las veces no es inexplicada, es no explicada aún. Es una historia incompleta porque nadie ha mirado más allá de los parámetros básicos. La fertilidad real ocurre en los detalles: cómo ovulas, cómo inflama tu cuerpo, cómo está tu microbiota, cómo responde tu tiroides, cómo duerme tu sistema nervioso, cómo está su esperma por dentro, cómo se siente tu cuerpo en su conjunto.

En mi consulta he visto casos que lo ilustran perfectamente. Parejas jóvenes con analíticas impecables que no lograban embarazo porque su fase lútea era demasiado corta y su microbiota estaba alterada. Mujeres con reglas aparentemente normales cuyo endometrio se inflamaba cada mes sin que nadie lo detectara. Parejas con tres FIV fallidas porque su ventana de implantación estaba desincronizada y el ADN espermático dañado retrasaba el desarrollo embrionario. Mujeres que cargaban con la culpa durante años hasta que descubrimos que el factor determinante era masculino y que nunca se había estudiado bien.

Lo importante es entender que estos factores no son inevitables y que no son un castigo. Son aspectos que se pueden estudiar, regular y mejorar cuando se mira la fertilidad desde la raíz y se integra la epigenética, la fisiología, el estilo de vida y la salud emocional.

Si estás intentando embarazo y no llega, no significa que tu cuerpo esté fallando. Significa que falta mirar más profundamente. Y cuando miramos de verdad, las piezas empiezan a encajar.

Si quieres que te acompañe a entender tu fertilidad desde la raíz y descubrir qué está ocurriendo en tu cuerpo, puedes conocer mis programas y métodos en www.fertilitybiology.com.

Y si quieres compartir tu historia o preguntarme algo escríbeme un correo a contacto@fertilitybiology.com. 

Estoy aquí para acompañarte.

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